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lunes, 29 de septiembre de 2008

Principio de Otoño: grato descubrimiento de Espiñeirido. Entrada 21.

Comienza el Otoño y lo hacemos con buen pie. El 28 de septiembre por la mañana Jose Romero y yo nos decidimos a aprovechar el magnífico día que amaneció e ir a pescar. El mar, como "un plato", hizo que decidieramos ir a la tan ansiada costa de Espiñeirido.

Entramos en el agua a las once aproximadamente, cerca de la playa de Espiñeirido. La marea baja y el agua clara nos impulsó a revisar unos ricos fondos, en dónde, al contrario que en otros lugares, aún persistía la laminaria. Muchos Sargos se cruzaron en nuestro camino sin darnos una sóla oportunidad. Por primera vez vi en estas aguas un Sargo Breado, era grande y hermoso, lo aceché durante unos minutos pero no se dejó coger. Con sólo un pulpo en la boya llegamos al petón que está más al norte de la costa y allí nos entretuvimos con algunos pintos y maragotas, y algún que otro pulpo que llevamos al pasapeces.

Nos encantaron los fondos, eso sí, la media de profundidad rondaría entre los 7 y los 15 metros. La costa es extensa y exige buenas piernas o disponer de embarcación. Después de rondar el petón decidimos regresar. En una serie de bajadas, logré ensartar dos sargos que, por haberlos clavado por la barriga, se desgarraron y se fueron. Mala suerte. La verdad es que, con los Sargos, el disparo tiene que ser muchas veces, instintivo, y eso hace que no puedas afinar la puntería. De regreso e inspeccionando unas cuevas localicé un congrio de unos nueve kilos. Le disparé a la cabeza y lo saqué de la cueva sin dificultad. Más trabajo me dió rematarlo pues no paraba de girar y enroscarse en la varilla. Después de este lance regresé al punto de partida de forma lenta debido a que la boya con la pesca me hacía de freno. Jose Romero se había adelantado y cuando ya rondaban las dos y pico de la tarde me dispongo a salir del agua. Pensando que esta sería toda la pesca del día, cuando estaba a punto de salir, a un metro y medio de profundidad más o menos, y mientras me entretenía acechando a los bancos de pequeños sargos por si aparecía alguno más grande, una Lubina de kilo y cuarto vino directa hacia mí. Sin pensarlo dos veces, en el momento en que se frenó y se puso de costado le disparé. Eureka. Un día redondo, sin demasiados peces en el pasador, pero habiendo disfrutado del descubrimiento de una nueva costa, muy variada y rica, con bonitos y exigentes fondos, que por desgracia y debido a que es una zona muy batida por el mar, no se puede explorar siempre. La pequeña caminata desde el coche hasta la costa (por cierto, el de la foto en plan revista de tunning, es el otro buga en el que nos movemos Jose Romero y yo cuando vamos a pescar, y estamos muy contentos con él, pues, en ocasiones como esta, no nos hace echar de menos un 4 x 4), no puede ser escusa para no visitarla.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Primera visita a "Las Basoñas", mi nueva obsesión. Entrada 20.

Archipiélago rocoso y gran área de petones y bajos, en la boca de la ría de Muros y Noia a, aproximadamente, 3 kilómetros de Punta Caraixiñas en Seráns (Porto do Son), la costa más próxima. Este es, literalmente, un paraíso de la Pesca en general y de la Submarina en particular.

Sí, amigos. Al fin tuve la fortuna de conocerlas. Gracias a la invitación de un amigo, Juan de Cicloson, ciclista-empresario de profesión y, también, aficionado a la Pesca Submarina.

Quedamos en el muelle de Porto do Son después de comer. Cuando llego, él y dos colegas de Queiruga, Dani y "Penucho" (este último pescador de pulpos profesional), ya tenían todo dispuesto para salir. Salimos a las 16:15 hrs aproximadamente y arribamos en "Las Basoñas" veinte minutos más tarde.

Durante el trayecto el mar parecía muy calmado, pero, cuando llegamos a las Basoñas, el mar de fondo hacía imposible la aproximación a los grandes petones. La marea estaba subiendo y el mar de fondo aumentando. Buscamos entonces unos bajos en dónde la embarcación estuviese segura. Penucho, que conoce aquello como la palma de su mano, y que tomó el mando de la lancha, nos llevó al bajo más norteño. Juan, Dani (sin aletas porque se las olvidó) y yo nos tiramos al agua. El agua estaba muy turbia y había poca luz. La corriente aumentaba, así como la profundidad. Comenzamos a ver Maragotas por todos los lados, los Sargos más desconfiados se mantenían a distancia. Estuvimos quince minutos y cambiamos de zona. Nos fuimos 500 metros más al Sur. En dos petones, con un canal estrecho en medio de ambos, la corriente y la espuma iban en aumento, mientras Juan y yo (Dani se quedó en el bote) intentamos dar caza a los Sargos. Misión imposible. Si hubiésemos tenido arpones de 90 o más centímetros podríamos haber traído alguno. Nos movimos por una zona amplia con un fondo bastante uniforme de entre 6 y 10 metros. La corriente no ayudaba a relajarse lo suficiente como para intentar mayores cotas. Algún pinto, algún Sargo pequeño y bastantes maragotas, fueron todo nuestro botín. Decidimos que no era el mejor día para quedarnos allí toda la tarde. Habíamos ido a por Sargos y Robalizas y los unos no se dejaban coger mientras que las otras no aparecieron nunca.

Hasta luego, Basoñas! Sólo pude comprobar el gran potencial de esta zona y grabar en mi memoria lo poco que ví, para confirmar lo que creía, ¡un paraíso de la Pesca Submarina!, y mi futura obsesión.

Cambiamos de zona, hizimos una parada entre Caamaño y Queiruga. Con un poco de mar de fondo, Juan y yo nos sumergimos en unos bajos de 2 a 6 metros con multitud de agujeros y laminaria, mientras los otros tripulantes fueron a Queiruga a buscar unas aletas. Diez minutos después, Dani volvía al agua con nosotros. En aquella zona, comenzé a ver muchos Sargos, inspeccionando agujeros me hago con tres Sargos, uno de ellos decente. En una de esas inspecciones, me asomo a una cueva con doble salida y veo tres buenos Sargos, le disparo a uno cuando huían y fallo, en ese momento y a toda velocidad viene hacia mi una Lubina de unos dos kilos que se me queda mirando a un metro de mis narices. Me quedo inmóvil y la observo impotente durante unos segundos que parecieron una eternidad. Subo a respirar mientras "juro mentalmente en Arameo" y pienso en un fusil de doble disparo que inventó Pepe Viña, y quién pudiese tenerlo en aquel lance. Cuando volví a bajar ya no ví nada. Alguna Lubina más pequeña y lejana al disparo, al igual que los desconfiados Sargos, fué todo lo que ví. Se hacía de noche y volvimos al barco. De camino cogí un par de Ballestas. La pesca de mis colegas fue similar. Más bien poca y de poca calidad, al igual que la mía. Al regresar y casi de noche paramos en la Roncadora de tierra, en Queiruga, pero después de cinco minutos volvemos al barco, pues entre la turbiedad y la falta de luz no veíamos nada.

En definitiva, un buen día de pesca, pero sin pesca. Lo mejor de todo, el haber conocido "la Meca" de la pesca en esta ría, junto con Espiñeirido. Esperando volver con mar calmado y aguas claras, "Las Basoñas" son mi nueva obsesión. Es un sitio de pesca exigente, no apto para principiantes, expuesto a todas las inclemencias y para el que es necesario embarcación. Me acordé de mi compañero, Jose. El día que vengas, compañero, te harás un hombre.

Siento no haber podido sacar fotos. Como pienso volver, en su momento ya las colgaré.